El libro Lycisca, escrito por Javier Gato en 2012, se inscribe en un marco social, cultural y literario caracterizado por transformaciones globales y locales que influyen en su contenido y estilo.
En 2012, España estaba profundamente afectada por la crisis económica iniciada en 2008. Este periodo estuvo marcado por el desempleo, la precarización y la pérdida de confianza en las instituciones. Lycisca refleja esta fragmentación a través de su estructura caótica y sus imágenes de descomposición y crisis personal. La figura de Mesalina como una transgresora en busca de deseo y poder puede interpretarse como un paralelismo con los intentos individuales de escapar de un entorno social opresivo y decadente. En 2012, el auge de plataformas como Facebook y Twitter redefinió la comunicación y la expresión personal. La presencia de referencias a la tecnología (iPhone, skype, cam) en Lycisca subraya cómo estas herramientas influyen en las relaciones humanas y en la percepción del yo.
La era contemporánea, con su énfasis en el consumismo y el entretenimiento, se refleja en las referencias del libro a objetos modernos y fenómenos culturales, como los videoclips de JLo o las redes sociales. Sin embargo, Javier Gato utiliza estas imágenes como crítica y contraste frente a la profundidad que busca en la poesía. Lycisca dialoga con mitos clásicos (Mesalina, Pasífae, Acteón) para reinterpretarlos desde una perspectiva contemporánea. Esta estrategia conecta la tradición cultural occidental con las preocupaciones modernas, mostrando cómo los conflictos humanos —deseo, poder, identidad— son atemporales.
En el panorama literario español de principios del siglo XXI se dio un resurgimiento de voces que mezclaban lo culto y lo cotidiano, lo introspectivo y lo político. Javier Gato se inserta en esta tradición, pero la lleva más lejos al integrar un surrealismo agresivo y una fragmentación estilística marcada. En el contexto global, el posmodernismo seguía influyendo en la literatura, con su énfasis en la fragmentación, la metanarrativa y la intertextualidad. Gato adopta estas herramientas, entrelazando referencias literarias (Bolaño, Cioran) y elementos culturales contemporáneos para construir un universo poético híbrido. Lycisca utiliza géneros tradicionales como la oda o la égloga, pero los subvierte, adaptándolos a un estilo que combina lo lírico con lo narrativo y lo performativo, reflejando la ruptura con las convenciones poéticas tradicionales.
La obra refleja la fragmentación de la identidad en una época marcada por la globalización y la hiperconectividad. La figura de Lycisca (como alias de Mesalina) se convierte en un símbolo del yo escindido, que se mueve entre máscaras y realidades. La necesidad de adoptar roles diferentes en contextos diversos —una característica de la vida contemporánea— se explora en el libro a través de las múltiples voces y perspectivas del yo poético.
En el contexto social, cultural y literario de 2012, Lycisca se posiciona como una obra profundamente conectada con su tiempo. Javier Gato utiliza la fragmentación, la intertextualidad y la reinterpretación de lo clásico para abordar temas que resuenan con las tensiones de la época: la crisis moral posmoderna, la búsqueda de identidad en un mundo globalizado y la confrontación entre la tradición y la modernidad. Lycisca no solo refleja su contexto, sino que también lo cuestiona y lo transforma, ofreciendo una visión crítica y poética de la complejidad de la vida contemporánea.

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