La obra de Dionisio de Halicarnaso evolucionó desde Lisias como modelo oratorio hasta la admiración por Demóstenes. Destacó en la teoría literaria, estudiando la musicalidad del lenguaje y la organización de palabras para efectos estéticos. Su enfoque combinó elementos platónicos, isocráticos, peripatéticos y estoicos. En Sobre lo sublime, el Pseudo-Longino analiza el estilo elevado, destacando la importancia de la pasión, la elección de palabras y la armonía entre forma y contenido. Elio Arístides estudió los estilos oratorios y definió el discurso sencillo como próximo al lenguaje coloquial, enfatizando el êthos del orador. Hermógenes de Tarso sistematizó siete tipos de estilo basados en Demóstenes y destacó la estructura y eficacia del discurso como elementos clave. Los Progymnásmata de Aftonio ofrecen modelos pedagógicos de ejercicios retóricos.
La retórica latina, basada en la griega, evolucionó con un enfoque más pragmático y orientado a la utilidad política y jurídica. La Rhetorica ad Herennium es el primer manual latino sobre retórica, basado en Hermágoras, con una estructura didáctica organizada y énfasis en la memoria como herramienta mnemotécnica. Los tratados retóricos de Cicerón (De oratore, Brutus, Orator) consolidaron la retórica como arte de persuasión y elemento clave de la educación liberal. La retórica perdió profundidad con la consolidación del Imperio, enfocándose en la elocución y las declamaciones escolares más que en la argumentación política. En Institutio oratoria, Quintiliano sintetizó y sistematizó la enseñanza retórica, enfatizando la formación moral del orador y su capacidad persuasiva.
La fusión de retórica y poética en la Edad Media llevó a que la retórica se enfocara más en el ornato del lenguaje que en la argumentación. Se mantuvo el estudio de la retórica clásica, aunque reformulada por distintas corrientes filosóficas y pedagógicas. La retórica medieval se convirtió en un ejercicio escolástico, con enfoques variados en Occidente y el Imperio Bizantino.
En resumen, la retórica evolucionó desde su papel central en la oratoria griega hasta una disciplina más formalizada en Roma, degenerando en la época imperial y convirtiéndose en un estudio escolástico en la Edad Media.

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