LA ESTRUCTURA POLIFÓNICA DE "72 DEMONIOS"
La
estructura polifónica en 72
Demonios
de Javier Gato es un elemento esencial que dota al poemario de
profundidad y complejidad. Gato utiliza una multiplicidad de voces líricas y
perspectivas para articular una estructura poética que no se limita a
un único yo lírico, sino que se abre a un coro de voces, cada una
aportando su propio matiz al abismo temático del libro.
Las voces en 72 Demonios no se
limitan a un único narrador. A menudo emergen fragmentadas, como
expresiones de diferentes facetas de la psique humana o incluso como
ecos de experiencias compartidas. Figuras como las
"niñas monstruo", la "Demente, hija del odio",
o los mismos títulos demoníacos se convierten en símbolos que encarnan
miedos, culpas y traumas colectivos. Estas voces representan lo
universal a través de lo personal.
La primera parte del poemario está narrado desde
un yo profundamente introspectivo, que analiza su caída,
sufrimiento y alienación. Este yo es el
hilo conductor que unifica el texto. En la segunda parte, las voces externas intervienen para amplificar el impacto
emocional. Diversas víctimas de asesinatos y torturas, históricas y anónimas, enuncian el poema desde sus propias experiencias, generando un efecto coral que
refleja la universalidad del sufrimiento.
Cada poema puede leerse de manera
independiente, pero juntos forman una estructura mayor que narra la
caída, la desesperanza y las luchas contra el mundo. Esta fragmentación
refuerza la idea de que cada voz es una parte de un todo. La obra
transita entre diferentes momentos y lugares, a menudo sin conexión
explícita, lo que contribuye a la sensación de un coro de voces
dispares que reflejan la complejidad del sufrimiento humano.
Los "72 demonios" del título no son ajenos al yo lírico, sino extensiones de sus
propios agresores, lo que refuerza la idea de que la polifonía
emerge del caos psicológico del narrador.
La multiplicidad de voces en el poemario refuerza la idea de que el
dolor y la desesperanza son universales. Las voces individuales se
entrelazan en un coro que habla de experiencias humanas compartidas como el desamor, la pérdida y la alienación. Las diferentes voces
no siempre están en armonía: algunas se contradicen o expresan
emociones opuestas, generando un contrapunto que refleja la
complejidad de la experiencia humana.
Muchas de las voces parecen dirigirse directamente al lector,
desdibujando la línea entre emisor y receptor. Esto crea una
sensación de implicación y confrontación, invitando al lector a
formar parte del coro. Al adoptar
múltiples perspectivas, el poemario logra trascender la experiencia
individual, conectándose con lo colectivo y universal.
La polifonía en 72 Demonios recuerda a obras como La
Divina Comedia de Dante, donde múltiples voces narran sus
experiencias en el infierno, y a autores contemporáneos como T. S.
Eliot, cuyo The Waste Land también utiliza una estructura
coral. La
estructura del poemario, con su multiplicidad de voces y tonos,
tiene ecos de la música coral y el teatro, donde diferentes
personajes y melodías contribuyen a una estructura mayor.
La estructura polifónica de 72 Demonios es uno de sus
aspectos más destacados, ya que permite a Javier Gato explorar el
sufrimiento humano desde una perspectiva compleja y multifacética.
Esta polifonía no solo enriquece la obra a nivel estético, sino que
también subraya su universalidad temática, conectando al lector con
una experiencia compartida de lucha y desesperanza.
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