El concepto de decoro lingüístico establece que los personajes en una obra deben hablar según su estatus social, profesión y procedencia. Horacio y Cicerón destacan la importancia de este principio en la creación literaria. Ejemplos en La Celestina y Don Quijote muestran cómo algunos personajes cuestionan el uso inadecuado del lenguaje según su posición social. Mijaíl Bajtín desarrolla una teoría sobre la polifonía literaria, analizando la coexistencia de diversas voces en una obra, lo que refuerza la relación entre literatura y sociedad.
La crítica sociológica estudia las relaciones entre literatura y sociedad, integrando disciplinas como historia, filosofía y semiótica. Desde el siglo XIX, autores como Madame de Staël y Taine analizaron el arte como reflejo de su contexto social. El marxismo introdujo un enfoque sistemático, con Marx y Engels argumentando que las ideas y la producción cultural están determinadas por las condiciones económicas. La crítica sociológica marxista fue desarrollada por György Lukács y Lucien Goldmann, quienes analizaron el realismo literario como reflejo de las fuerzas sociales.
Se distingue entre crítica sociológica (que estudia la sociedad como origen de la obra) y sociología de la literatura (que analiza la literatura como fenómeno social y objeto de consumo). La sociología de la literatura, representada por Robert Escarpit y el grupo NIKOL, aplica métodos empíricos para estudiar el impacto social de la literatura.
Marx y Engels no formularon una teoría literaria sistemática, pero sus escritos sugieren que la literatura es un reflejo de las relaciones de producción. Engels distingue entre literatura de tendencia (con contenido político explícito) y realismo literario (que representa fielmente la sociedad). Lukács refuerza esta idea y sostiene que la mejor literatura es la realista, pues capta las contradicciones sociales y la esencia del cambio histórico.
Plejanov intenta establecer una teoría científica del arte, identificando el "punto de vista de clase" en la literatura. Lenin y Trotski también influyen en la teoría marxista del arte, mientras que Lunacharski y Caudwell buscan vincular estética y materialismo histórico. En la Escuela de Frankfurt, Adorno y Benjamin exploran el arte como forma de resistencia social, promoviendo una crítica cultural más amplia.
Goldmann desarrolla el estructuralismo genético, combinando marxismo y estructuralismo. Sostiene que las visiones del mundo de un grupo social influyen en la literatura y que el crítico debe identificar estructuras homólogas entre la obra y su contexto social. En su análisis del nouveau roman francés, argumenta que la desaparición del personaje y la autonomía del objeto reflejan cambios en la economía y la alienación del individuo en el capitalismo.
El estudio de la literatura desde una perspectiva sociológica muestra su papel como reflejo y agente de cambio social. Desde el decoro lingüístico hasta el marxismo y el estructuralismo genético, la literatura es vista como un fenómeno profundamente enraizado en su contexto social y en la dinámica de poder de cada época.
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