sábado, 19 de abril de 2025

El cuento, los géneros no miméticos y la lengua literaria


El cuento tiene su origen en la épica y las narraciones orales, pero adquiere forma literaria culta en el siglo XIX. Mariano Baquero Goyanes destaca su carácter paradójico: es uno de los géneros más antiguos y, a la vez, de los últimos en consolidarse como forma literaria. Su desarrollo se ve impulsado por el Romanticismo, que rescata leyendas y relatos tradicionales.

Comparado con la novela, el cuento se distingue por su brevedad y condensación narrativa. Henry Mérimée señala que su técnica se basa en la omisión más que en el desarrollo, enfocándose en una crisis o situación concreta. Se asemeja a la poesía en su tono y estructura emocional. Enrique Anderson Imbert lo define como una narración breve en prosa que combina elementos reales e imaginativos, estructurados de manera que mantengan la tensión y culminen en un desenlace significativo.

El cuento comparte categorías narrativas con la novela, pero sus elementos cumplen funciones distintas: la descripción y el diálogo deben estar subordinados a la trama. Su análisis puede abordarse desde diversas perspectivas, incluyendo el estructuralismo y el psicoanálisis.

Los géneros no miméticos se encuentran en la frontera de la literatura, ya que no se basan en la ficción sino en la exposición de ideas. Aristóteles ya diferenciaba entre la poesía y escritos científicos, aunque reconocía que la forma artística podía unirlos. Desde un punto de vista formal, pueden considerarse literarios si exhiben cuidado estilístico y estructural.

La distinción entre ficción y no ficción no es siempre clara. La novela histórica, por ejemplo, equilibra realidad y ficción. Autobiografías y biografías pueden contener elementos narrativos similares a los de la novela, pero su compromiso con la verdad las diferencia. Obras como Señas de identidad de Juan Goytisolo incluyen advertencias sobre su carácter ficticio para evitar malentendidos.

Entre los géneros no miméticos destacan el ensayo, las memorias, la biografía, el diario, la crítica literaria y el periodismo. Aunque su propósito es informativo o argumentativo, suelen exhibir un alto grado de elaboración estilística, lo que justifica su estudio dentro del ámbito literario.

Desde Aristóteles, la literatura se define por su uso especial del lenguaje. Jakobson establece que la función poética enfatiza las relaciones internas del lenguaje, generando paralelismos y juegos de significado. Benedetto Croce, por otro lado, sostiene que todo uso de la lengua es una expresión artística.

El lenguaje literario se sitúa entre la norma lingüística y la innovación. Eugenio Coseriu distingue entre sistema, norma y habla, ubicando la lengua literaria dentro de las normas lingüísticas estilizadas. Charles Bally diferencia la lengua literaria (tradicional y normada) del estilo (expresión individual y estética).

La relación entre lengua literaria y lengua común ha sido debatida a lo largo de la historia. Mientras el clasicismo enfatizaba la solemnidad y nobleza del lenguaje poético, el Romanticismo resaltó su carácter subjetivo y expresivo. En el siglo XX, el formalismo ruso destacó la función estética del lenguaje literario, diferenciándolo de la comunicación cotidiana.

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