viernes, 11 de abril de 2025

La Matriz de la Diosa: germen de las almas, sueño de los mundos, reencuentro de los ciclos


La teología de la Diosa reconoce en Su Matriz el núcleo originario de toda realidad, no como un símbolo, sino como una estructura sagrada y eficaz del ser. En Ella no solo se concibe la vida física: allí se gesta la totalidad de lo viviente, visible e invisible. La Matriz de la Diosa no es únicamente el lugar del nacimiento corporal, sino el principio generador de las almas, el receptáculo de los mundos posibles y el punto de retorno donde todo ciclo se completa para renacer.

En la Matriz de la Diosa no se crean las almas como entes separados, sino que se despiertan como expresiones latentes de Su propio Ser. Cada alma nace porque la Diosa la ha soñado, la ha deseado y la ha llamado a ser. Germinar en Su Matriz significa recibir forma, vocación, orientación.

La tradición más antigua de la espiritualidad matricial enseña que las almas no proceden de un exterior, sino que son emanaciones interiores del Cuerpo eterno de la Diosa. Germinar en Su Seno es participar en el acto divino de la generación, y toda existencia consciente lleva la huella de esa gestación primigenia.

La Matriz de la Diosa no solo es matriz de seres individuales, sino también de mundos enteros. Allí se conciben los órdenes cósmicos, los ritmos astrales, las configuraciones simbólicas del universo. Todo lo que existe, existió o existirá ha sido soñado en la profundidad de Su Matriz, donde el tiempo es espiral y el espacio es órgano de revelación.

Los mundos no surgen del caos ni del azar: emergen de un sueño sagrado, un designio interno que se despliega desde el corazón uterino de la Divinidad. Cada mundo es una forma en que la Diosa se contempla a Sí misma, y por tanto, toda cosmología es una extensión de Su cuerpo en el tiempo.

La Matriz de la Diosa no es solo principio, sino también fin y tránsito. Allí los ciclos que se han cumplido retornan, las almas que han viajado regresan, y los ritmos del mundo encuentran su reposo para volver a iniciar. En la Matriz se da la ley del eterno retorno: no como repetición mecánica, sino como renovación sagrada del sentido.

Todo lo que muere vuelve a Ella. Todo lo que concluye se reabsorbe en Su Cuerpo. Allí el tiempo se pliega sobre sí mismo y revela su verdadera forma: la forma del círculo, del ritmo que no cesa, de la transformación perpetua. En la matriz se reencuentran los principios con sus fines, los frutos con sus semillas, los días con sus noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario