Roland Barthes define la teatralidad como la suma de signos y sensaciones escénicas que van más allá del texto, incluyendo elementos como gestos, tonos, iluminación, vestuario y decorado. Tadeusz Kowzan clasifica estos signos en trece sistemas de significación, agrupándolos según su relación con el texto, la expresión corporal o el entorno escénico.
El estudio del teatro se divide en dos niveles: el texto literario (diálogos y estructura narrativa) y el texto espectacular (acotaciones y elementos visuales). Investigadores como M.ª del Carmen Bobes y José Luis García Barrientos destacan la función del diálogo dramático, que es autosuficiente y tiene distintos propósitos: dramático (acción), caracterizador (personalidad), diegético (información), ideológico (mensaje), poético (forma) y metadramático (autorreflexión). También se diferencian formas como el coloquio, soliloquio, monólogo, aparte y apelación al público.
La teoría de la lírica ha sido más tardía que la de otros géneros. En la tradición clásica, Platón y Aristóteles no la definieron como un género independiente. La enunciación es clave en la lírica, ya que se basa en la expresión personal y subjetiva del poeta, diferenciándose de la épica y el drama.
Karlheinz Stierle y Käte Hamburger resaltan que la lírica rompe con los esquemas discursivos convencionales y se basa en la subjetividad del "yo" lírico. Jakobson la asocia con la función emotiva del lenguaje. René Wellek sugiere que, en lugar de definir la lírica en términos abstractos, se deben estudiar sus subgéneros históricos.
Rafael Lapesa clasifica los subgéneros líricos en cinco grupos: poemas mayores (oda, himno, elegía, canción), poemas menores (soneto, romance lírico, madrigal, letrilla), lírica popular (cancioncillas, coplas, seguidillas), poesía bucólica (renacentista y neoclásica) y lírica de tradición clásica (sátira, epístola, epigrama).
Wolfgang Kayser agrupa la lírica según actitudes (descripción, apóstrofe, oración) y géneros (himno, oda, elegía, epigrama).
Desde una perspectiva semiótica, el poema es un signo complejo donde predominan la estructura comunicativa, con un "yo" y un "tú" implícitos; la pragmática poética, que estudia la relación entre el poema y su lector; y la métrica y el ritmo, esenciales en la organización del poema.
Tzvetan Todorov y Samuel Levin consideran que la poesía crea un mundo alternativo donde el lector suspende la incredulidad. Ángel Luján Atienza desarrolla una pragmática de la lírica basada en la ficción del "yo" poético.
La lírica tiende a confundirse con la poesía en general debido a su uso exclusivo del verso en la literatura moderna. Aristóteles distinguía la poesía de la historia por su capacidad de crear lo que podría suceder, no solo lo que ha sucedido. En la actualidad, aunque existen el poema en prosa y la prosa poética, el verso sigue siendo el principal vehículo del lenguaje lírico.
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