Isócrates defendió la importancia de la retórica en la formación política y humana, incluyendo su estudio en la educación liberal. Rechazó la abstracción filosófica y apostó por la dôxa (opinión) como base del discurso persuasivo. Su teoría retórica giraba en torno a la oración periódica, una estructura sintáctica que mantenía la expectación del oyente. Su legado influyó en Cicerón y Quintiliano, insistiendo en la necesidad de unir virtud, estética y persuasión.
Platón atacó la retórica sofista en el Gorgias, considerándola una técnica de seducción sin sustento racional. En el Fedro, sin embargo, distinguió entre una retórica falsa, basada en lo verosímil, y una retórica filosófica, fundamentada en el conocimiento del alma y la verdad. También advirtió sobre los riesgos de la escritura, pues debilitaba la memoria y la reflexión crítica.
Frente a Platón, Aristóteles definió la retórica como un arte (téchne), una disciplina que sistematizaba los medios de persuasión. Desarrolló la teoría de los tres géneros retóricos: deliberativo (persuadir sobre lo útil o dañino), judicial (determinar justicia o injusticia) y epidíctico (alabanza o censura).
Aristóteles distinguió entre pruebas extratécnicas (leyes, testigos) y técnicas (lógicas y emocionales). Introdujo el entimema (silogismo retórico) y los tópicos (lugares comunes para la argumentación). También destacó la importancia del êthos (credibilidad del orador) y el páthos (emociones del auditorio).
Teofrasto, discípulo de Aristóteles, refinó la teoría del estilo literario, estableciendo los tres estilos clásicos: sencillo, medio y elevado. Demetrio añadió un cuarto estilo enérgico, aunque su clasificación resultó confusa.
Zenón de Citio (estoico) definió la retórica como un método lógico preciso. Hermágoras de Temnos introdujo la distinción entre tesis (cuestiones generales) e hipótesis (casos específicos). Apolodoro de Pérgamo sistematizó la disposición del discurso en proemio, narración, argumentación y peroración. Dionisio de Halicarnaso estudió el orden y ritmo del lenguaje, influenciado por Isócrates.
La retórica griega evolucionó desde una técnica persuasiva hasta un sistema teórico complejo. Platón la desacreditó, Aristóteles la legitimó como arte y ciencia, y posteriores estudiosos la refinaron, combinando lógica, estética y psicología para influir en la audiencia. Su impacto llegó hasta la retórica latina y la educación occidental.
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